Recientemente en São Paulo, en un viaje de trabajo, corrimos a su Mercado Municipal en el primer minuto libre que tuvimos a disposición, que lamentamos hayan sido pocos, pues descubrimos, apenas cruzamos su puerta de entrada, que aquel es de los mercados que cargan un solo defecto: falta de camas o cuartos de hotel para instalarse a dormir o… vivir!!
Inaugurado en 1933, localizado en el centro histórico sobre terrenos ganados al Río Tamanduateí, este edificio, de estilo ecléctico, fue construido entre 1928 y 1933 por el estudio del renombrado arquitecto Francisco de Paula Ramos de Azevedo. En su interior y a cierta altura, magníficos vitrales de Conrado Sorgenicht Filho muestran el trabajo en el campo y nos maravillan con su arte y dignidad propios de cualquier catedral!!
El Mercado Municipal de São Paulo es un sitio de los más frecuentados por visitantes, amantes de la comida, compradores locales y por quienes acuden a degustar los platos típicos en los restaurantes de la planta superior, allí cerca de los vitrales, del sol y de la luz desmedida que penetra sus colores más claros y se desparrama hacia los pasillos.
Me dijeron que debía comer el famoso sándwich de mortadela o el pastel de bacalao, o ambos… Usted me conoce. No reuní el coraje, no el suficiente. Sin embargo, sin titubear, acepté maravillada cada trozo de fruta que con el ánimo de vender ofrecen desde los puestos con una habilidad conmovedora: un bocadillo aromático, dulce y exageradamente sabroso que revierte en un minuto la decisión de no comprar de todo turista gourmet. A mí me convencieron rapidísimo.
Se negaría usted a llevar frutillas si el vendedor abre su mano y le deja una como obsequio coronada con un dátil cremoso, pero tan tan tan cremoso que raya en la obscenidad…?
La fruta de São Paulo fue el mayor de los premios, de muchos, de un viaje agotador aunque prolífico en materia de trabajo. Asistimos a la WTM Latin America, una feria de turismo importante en el mundo de los viajes y para los trabajadores del sector que se realiza en distintas ciudades de diversos continentes y, desde hace pocos años, en Sudamérica. Comiendo fruta superé el cansancio, la fotografié y la perseguí también fuera del Mercado Municipal, en dos emporios gourmet que, según mi amiga Gabriela (colega de trabajo, paulista, de origen italiano y muy simpática), se localizan en la “Isla de la Fantasía”, un barrio privilegiado de alto poder adquisitivo. Aquí las fotos tomadas en el Emporio Santa María y en el supermercado Casa Santa Luzia. Visitas obligadas para quien esté leyéndome y comparta mis aficiones.
El sudeste del estado de São Paulo, inmerso en un escenario de colinas, sierras y montañas que diseñan el paisaje, da vida, con su clima tropical de altura, a una región fecunda que provee frutas de altísima calidad. Por esta riqueza –y no sólo de frutas– se ha creado en la década del ’90 la Ruta de las Frutas, un circuito turístico pintoresco que recorre diez municipios de los más representativos del estado. El objetivo es acercar el visitante a la gastronomía y al turismo rural, conociendo las plantaciones y haciendas productoras de frutas, flores, café, hierbas medicinales, miel y viñedos. Además de aprovechar oportunamente sus numerosos festivales culturales, gastronómicos, exposiciones, mercados y fiestas locales. Las frutas que integran el circuito son la frutilla, la uva, la pera, el caqui, la ciruela, la acerola, la naranja, la lixia, el ponkán, el durazno, la mora y la fruta de la pasión. Las quiero todas!
Gracias a los organizadores de la WTM Latin America por sus atenciones y cuidados, a los vendedores inolvidables del Mercado Municipal, a mi queridísima y simpática Gabriela, y a la Isla de la Fantasía, por adoptar a dos foráneas –de clase social y país– con la idéntica cualidad hospitalaria que une al pueblo brasilero y con un poco de ese lujo –imposible no disfrutarlo!
Marisa Bergamasco
(Aficionada a la escritura, al buen cocinar y al buen comer y a los buenos y grandes cariños, de profesión agente de viajes, soñadora de vocación, por siempre…)