Letras | Cocina
Después de las grandes comidas, muy típicas de las celebraciones de fin de año, vuela en el aire aún festivo una palabra en todos los idiomas: desintoxicación!
“Empiezo el lunes”
Ha escuchado de usted mismo pronunciar esta sentencia? Estoy segura que sí. Todos la hemos dicho alguna vez, y la mayoría no la hemos cumplido. Por qué? En primer lugar porque el lunes es día espinoso, para nada amigable, casi feo desde donde se lo mire. Termina el descanso, recomienza el trabajo, hay que llevar al colegio a los niños, al pediatra, a inglés, a música, a gimnasia, pasar del abogado, del contador o del doctor que nos atenderá el mal de turno, una vuelta por el supermercado pues se acabó el papel higiénico y otra por la veterinaria, pues toca vacuna a la mascota.
Ah! Sí! Y la dieta! Ya me olvidaba!
Todos la olvidamos. Es comprensible. Raya en la injusticia tener que someterse a un régimen de lechugas, escasas y enclenques, después de un día tan ocupado. Y si fueran días de vacaciones? Aún más grande la indignidad, el despropósito de sentarse a comer con la familia y dedicarnos a contar calorías en lugar de disfrutar a los hijos y amigos que nos acompañan.
La comida saludable, abordada con tal actitud, se convierte en sacrificio. Para usted, para mí, para todos. En cambio –lo he probado y usted lo ha comprobado en las más de 90 recetas de este blog– podemos comer sano y rico, deleitarnos y divertirnos en una mesa encantadora y beneficiarnos al mismo tiempo con las múltiples propiedades nutricionales que nos aporta la comida.
Cambiar de hábitos es una tarea delicada, áspera en algún sentido. Sin embargo, se sorprenderá con la capacidad de innovación e hidalguía de su compinche “el paladar” para enfrentar sabores y texturas nuevos. Alecciónelo previamente acerca de la importante resolución que acaba de tomar en este comienzo de año: COMER SALUDABLE. No lo defraudará, créame. He pasado la experiencia.
La palabra ensalada es mala palabra para muchos. Trataremos de desmitificarla y devolverle su buena fama original transformándola en un plato sólido, que no sólo aquiete las pasiones del apetito sino que, a su vez, lo mantenga satisfecho hasta su próxima comida. De momento evitemos las lechugas que, descontado sus propiedades antioxidantes, aportan muy poco valor nutritivo y además, como usted dice, no llenan!
Las chauchas, denominadas en otros países ejotes, frijoles verdes, habichuelas, vainitas, porotos verdes, judías verdes, alubias verdes, etc. pertenecen al grupo de las leguminosas, porque su tipo particular de fruto es una legumbre. Una vaina de paredes finas que encierra varias semillas sabrosas y de gran valor nutricional. Poseen un bajo contenido calórico (28 cal/100 g), pues en su composición hay un alto porcentaje de agua (90%). Es un alimento de fácil digestión, de poderoso efecto diurético gracias a su riqueza en potasio. Y por su contenido de fibra, ayuda a brindar alivio a los problemas de estreñimiento y un confortable estado de saciedad por periodos más prolongados.
Combínela con pimientos rojos o del color que más le guste, trozos de palta cremosa, una vinagreta de olivas verdes, una buena dosis de almendras o cualquier otro fruto seco que aporte proteína y algo crocante para masticar y… listo! Almuerzo o cena en su mesa, en pocos minutos, saludable, apaga el hambre y alegra el espíritu.
Hágala hoy o mañana, por favor! no espere hasta el lunes…
Ensalada de chaucha y pimiento en vinagreta de olivas verdes
Ingredientes: (para 2 porciones abundantes)
½ kg de chauchas
1 pimiento rojo mediano
ó
2 pimientos pequeños de diferente color
1 palta mediana
almendras c/n
brotes para decorar (opcional)
Preparación:
Lavar las chauchas y los pimientos. Llevar a fuego máximo en dos vaporeras chauchas y pimientos por separado, pues el tiempo de cocción es distinto en ambos. Cuando el agua del fondo alcance el punto de ebullición bajar el fuego a mínimo y continuar cocinando hasta que las chauchas estén tiernas. Retirar del fuego sólo las chauchas y cortar la cocción con un chorro de agua fría para mantener su color verde. Si no tiene vaporera repita el mismo proceso en una cacerola con agua hirviendo.
Continuar cocinando el morrón si aún está firme. Cuando al pincharlo con un tenedor lo sintamos casi blando retirarlo del fuego. Colocarlo en un recipiente de vidrio, cubrir bien con papel film y dejar enfriar. Este proceso garantiza que podamos luego quitarle la piel sin romper su carne.
*** Al retirar el pimiento de la vaporera, utilizar una espumadera o cualquier otro utensilio. NO recomiendo hacerlo con las manos, el pimiento conserva agua en su interior que podría causar quemaduras en caso de romperse y soltar el líquido.
Trabajar los pimientos una vez fríos. Quitar los tallos y, en su interior, las semillas y nervaduras. Pelarlos y cortarlos en pequeños trozos. Reservar. Utilice uno mediano o dos pequeños de distinto color.
Quitar los extremos y las hebras fibrosas –si las tuvieran– que normalmente unen las dos paredes de la chaucha. Cortar en pequeños trozos. Reservar.
Pelar la palta, extraer el carozo y cortarla primero en tiras y luego en trozos más pequeños. Reservar.
Por último, mezclar todos los ingredientes de la ensalada y volcar en el recipiente que contiene nuestra vinagreta de olivas.
Mezclar y servir con almendras picadas, para agregar un elemento proteico y un tono crocante al plato.
Puede acompañarlo con queso feta de cabra, quinoa cocida, arroz integral cocido, un huevo poché como preparamos hace poco o simplemente una buena tostada de nuestro riquísimo pan de maíz.
Para la vinagreta de olivas:
10 aceitunas verdes
ralladura de la cáscara de un limón
½ taza de perejil picado
jugo exprimido de un limón
aceite de oliva c/n
sal y pimienta c/n
Exprimir el limón y colocar en el fondo del recipiente en el cual prepararemos nuestra ensalada. Agregar sal y pimienta (a gusto) y revolver hasta disolver la sal en el jugo de limón.
Descarozar y picar finamente las aceitunas.
Agregar al recipiente anterior junto con la ralladura de limón y el perejil picado.
Por último, verter el aceite de oliva en forma de hilo, revolviendo siempre, hasta lograr una vinagreta de consistencia bastante líquida.
Marisa Bergamasco
(Aficionada a la escritura, al buen cocinar y al buen comer y a los buenos y grandes cariños, de profesión agente de viajes, soñadora de vocación, por siempre…)