Letras | Cocina
Comer una rica torta nos regala un placer inédito cada vez, recién fabricado, flamante. Un placer sin tiempo que no guarda historia, y no tiene en cuenta el caudal enorme de otras porciones que hemos comido con anterioridad.
Por qué el privilegio se multiplica?
Porque resultaría imposible, impensable acercarnos a cualquier éxtasis, reiterado o diferente, sin dejar en él un suspiro, una sonrisa plena, una emoción rotunda que cancele de raíz los males del mundo en un solo bocado.
Una torta se nos ofrece, generosa, para borrarnos la adversidad, la mala suerte, el dolor, la molestia, el percance. Una buena torta se traga despacio, muy lentamente, igual que un beso: a ojos cerrados. Y al abrirlos, no sólo el gusto cubrirá el dulce, también el aire, la soledad o la compañía, el pedacito de vida que nos ocupa.
El otoño nos brinda peras, manzanas, cítricos. Aprovecharlos es una decisión atinada que traerá a nuestra cocina verdura y fruta fresca y, en general, más económica. La pera es una fruta ligera, de fácil digestión, rica y con numerosas propiedades nutricionales. Presenta un alto contenido en fibra, es diurética, antioxidante, más de un 80 % de su peso es agua y está prácticamente libre de grasas.
Se acomoda sin pretensiones a un sinfín de recetas distintas. Al contacto con el azúcar libera el jugo de su pulpa y forma una especie de néctar, espeso y sedoso, que será bien recibido siempre que caiga en una torta, en todo tipo de carnes, sobre quesos y bruschettas, con frutas y vegetales asados, en ensaladas tibias o frías, en mermeladas, salsas, chutneys.
Desde el fondo de nuestra torta este jugo salta hacia arriba expulsado por el calor. Allí lo recibe la masa, lo envuelve y distribuye a su antojo, lo hace amigo del aceite de coco, de la amapola y del jugo de naranja. Se imagina el final de este cuento?
Torta invertida de peras y amapola. Gluten free!
Para coronar esta torta y volverla irresistible cociné una compota rápida de peras y azúcar orgánico. Si le parece, al finalizar, coloca más peras sobre la superficie. Rico!!
Ingredientes: (para un molde de 16-17 cms de diámetro)
75 ml de aceite de coco
180 grs de harina de arroz blanco dulce (mochiko)
ó harina de arroz común
190 grs de azúcar orgánico + c/n para la compota
2 huevos de campo
2 cdtas. de polvo de hornear
pizca de sal
100 ml de jugo exprimido de naranja
1 ½ cdas. de semillas de amapola
1 cdta. de extracto de vainilla
1 pera + 2 peras para la compota
Preparación:
Untar un molde con rocío vegetal y forrar con papel manteca. Volver a untar (en este caso el papel) y llevar al freezer o heladera hasta el momento de utilizar.
Tamizar la harina con el polvo de hornear y la sal. Reservar.
Disolver el aceite de coco con el azúcar, mezclando con la ayuda de un tenedor. El aceite de coco solidifica a bajas temperaturas, hay que trabajarlo un rato para ablandarlo.
Agregar de a uno los huevos, batiendo bien después de cada adición.
Añadir las semillas de amapola, el extracto de vainilla y mezclar.
Por último incorporar los ingredientes secos en dos tandas, añadiendo el jugo de naranja entre una y otra.
Retirar el molde del frío, cubrir el fondo con una base de azúcar orgánico y sobre ella una fila de rodajas de peras. Cubrir nuevamente con azúcar e incorporar otra capa de fruta.
Volcar la preparación sobre las peras.
Llevar a horno moderado durante 50-55 minutos, o hasta que la superficie esté dorada y la torta se sienta firme al tacto.
Retirar del horno, dejar enfriar unos minutos y desmoldar. Agregar más peras sobre la superficie si fuera necesario.
Servir tibia o fría si resiste a esperar más de 10 minutos sin cortarla…
Para la compota de peras:
Cortar dos peras en rodajas finas. Realizar un almíbar con partes iguales de azúcar orgánico y agua. Incorporar las peras y cocinar hasta que estén tiernas. Retirarlas y seguir cocinando el almíbar hasta que comience a caramelizar. En este punto reincorporar las peras, cocinar 3-4 minutos más y retirar del fuego. Dejar enfriar y servir sobre la torta o acompañando cada porción.
Marisa Bergamasco
(Aficionada a la escritura, al buen cocinar y al buen comer y a los buenos y grandes cariños, de profesión agente de viajes, soñadora de vocación, por siempre…)