Torta de chocolate y batatas, con zest y jugo de naranjas y ganache de chocolate, leche de coco y aceite de oliva

Torta de chocolate y batatas, con zest y jugo de naranjas y ganache de chocolate, leche de coco y aceite de oliva

Letras | Cocina

Esta torta de chocolate y batatas, con zest y jugo de naranjas, es un muy buen motivo para retomar nuestra charla de blog.

Decir que anduve ausente porque el tiempo no alcanzaba es faltar a la verdad. El tiempo no se alarga ni se acorta, no consiente nuestros deseos. El tiempo mide igual, siempre. Y mide las mismas horas para usted que para mí. La respuesta a lo que hagamos del tiempo y con él nos hará únicos, o personas ocupadas, o tal vez muy ocupadas, o deprimidas e inertes, o presas del estrés, o con tanto para contar…

Privilegios, prioridades, o pasiones, entonces, nos distinguen. De allí nacen proyectos y de ellos la transferencia de más o menos tiempo dependerá de un juicio absolutamente subjetivo. El blog ha sido un hijo de los que acusamos de malcriados, morimos de amor por ellos pero exigen hasta lo indecible. Iremos ahora con calma, con el mismo amor sin duda, sólo que con menos prisa.

Retornamos hoy con una torta que si no lo fuera sería un tesoro, un bombón hermoso, radiante, atractivo, para devorarlo sin conciencia. Una delicia que además es sana, elaborada con ingredientes nobles y gluten free como muchas de nuestras recetas.

Vamos con el paso a paso. Que la disfrute con los suyos!

Torta de chocolate y batatas, con zest y jugo de naranjas y ganache de chocolate, leche de coco y aceite de oliva

Ingredientes:
500 grs de puré de batatas
6 huevos
200 grs de azúcar mascabo
4 cdas. de cacao amargo
cáscara rallada de 2 naranjas
jugo exprimido de 1 naranja
2 cdtas. de extracto de vainilla
4 cdas. de aceite de oliva extra virgen

Para la ganache de chocolate, leche de coco y aceite de oliva:
300 grs de chocolate
300 ml de leche de coco
2 cdas. de aceite de oliva extra virgen
2-3 cdas. de miel (opcional)

Preparación:
Asar las batatas al horno hasta que estén tiernas. Pelar y procesarlas hasta obtener un puré bien liso. Reservar.
Untar un molde para torta de 22 cm con rocío vegetal o aceite de oliva y llevar al freezer o heladera hasta el momento de utilizar.
Batir las yemas con el azúcar hasta blanquear la preparación. Añadir la ralladura de naranja, el extracto de vainilla, el puré de batatas, el cacao amargo, el jugo de naranja y el aceite de oliva. Seguir batiendo hasta lograr una preparación homogénea.

En un bowl aparte batir las claras a nieve y luego agregarlas a la preparación de yemas en 2 o 3 tandas, con movimientos envolventes.
Verter en el molde y cocinar en horno precalentado durante 40-45 minutos.

Retirar y dejar enfriar. Desmoldar y cortar por la mitad. Rellenar con la ganache de chocolate, leche de coco y aceite de oliva. Decorar a gusto y servir bien fría.

Para la ganache de chocolate, leche de coco y aceite de oliva:
Calentar la leche de coco. Verter sobre el chocolate previamente picado y esperar 2 a 3 minutos.

Mezclar enérgicamente hasta que la ganache se vea brillante y sin ningún resto de chocolate sólido.

Incorporar el aceite de oliva y la miel si la prefiere más dulce. Dejar enfriar hasta que alcance una textura espesa y sostenible. Utilizar un tercio de la preparación para el relleno y el resto para cubrir la torta.

Marisa Bergamasco
(Aficionada a la escritura, al buen cocinar y al buen comer y a los buenos y grandes cariños, de profesión agente de viajes, soñadora de vocación, por siempre…)

De México: mole poblano. Pollo, chile y chocolate

De México: mole poblano. Pollo, chile y chocolate

Letras | Cocina

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Por qué la idea de presentar un mole? Me preguntaron. Pues nada más romántico que guisar con tiempo, nada más sensual que trabajar el chocolate y, difícilmente, pocos platos o recetas puedan transmitir, como el mole, las características del término complejidad en la cocina, visto como el proceso que ocurre desde el primer momento de su elaboración y culmina en el gozo último de un bocado casi magnífico, fugaz como no debiera serlo… Cuánto podría costarnos la potestad para alargar ese éxtasis? Cuánto pagaría usted?

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Es así como una tarea compleja se convierte, al final, en un lujo simple como cualquier otro que llega a nuestra boca subido a un tenedor o a una cuchara. Toda comida nos privilegia. Ninguna preparación se dirá que es ardua si anticipa, en colores y aromas, un recreo adorable entre los dientes, una invitación personal para bajarnos del mundo, como decía una amiga muy querida, cuando las obligaciones u ocupaciones nos aprietan la cintura…

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Quién recordará el proceso cuando la boca se nos llene de luz? Usted? No cuente conmigo para lamentarse, yo estaré en la luna de Valencia, mi sitio preferido, limpiando con alguna servilleta el chocolate de los labios, con ojos entreabiertos, durmiendo el suspiro indecible que exhala el sabor y la paz que toda buena preparación, como la de hoy, es capaz de brindarnos con tal abundancia.

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La receta viene de México, como la querida amiga Susie, quien tuvo la gentileza de hacérmela llegar unos días atrás, y a quien conocí, hace pocos años, en la ciudad de Florencia, en un viaje de trabajo. Desde ahí nos escribimos, cada una cuenta sus cosas y las dos suspiramos juntas, en los finales de carta, por esa Italia adonde siempre quisiéramos volver… Dice Susie que el mole poblano, originario de la ciudad de Puebla, es la comida de las celebraciones: Navidad, Pascua, bodas, cumpleaños, fiestas patrias, bautismos…

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Sí, recuerda usted “Como agua para chocolate”? El libro, luego película, de la escritora mexicana Laura Esquivel, en la que Tita enamora a Pedro a través de su cocina y, precisamente para un bautismo, guisa su mole de guajolote (pavo) con almendra y ajonjolí? Exquisito relato: “…Tita, de rodillas, inclinada sobre el metate (mortero), se movía rítmica y cadenciosamente mientras molía las almendras y el ajonjolí. Bajo su blusa sus senos se meneaban libremente pues ella nunca usó sostén alguno. De su cuello escurrían gotas de sudor…”
Se imagina la cara de Pedro cuando halló a Tita en aquella postura? Moler, tostar, guisar, revolver por largo tiempo, derretir… Verbos sugestivos, dulzones, comestibles, capaces de adaptarse a cualquier idílica postura… De alto riesgo sensual y también, claro, carnal…   Por eso, este mole, mi querido lector, es un poema. Me dirá usted que de otro siglo, que ya no hay valientes para tomar la cuchara y mover durante una hora lo que costó otra más prepararlo. Que la vida ha cambiado…

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Míreme! Y permítame explicarle que somos varios. Lo desafío, entonces, a tomar su propia cuchara. Si lo hace y cocina este mole, coméntelo aquí y envíeme una foto. Yo le mandaré, a cambio, la cuchara de cocinayletras, artesanal y chilena como buena parte de mi corazón. Cerramos el trato?

De México: mole poblano. Pollo, chile y chocolate
Versión adaptada a la cocina saludable de cocinayletras y a los ingredientes disponibles

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Ingredientes: (para aproximadamente 1 kg de mole terminado)

Para el pollo pochado:
1 pechuga de pollo deshuesada y sin piel por persona ó
2 piezas de muslo por persona
agua c/n
un puñado generoso de sal marina
6 granos de pimienta
2 hojas de laurel seco
3 ramitas cortas de romero fresco
3-4 zanahorias pequeñas
4 tallos de apio

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Para el mole:
80 grs de ají panca ***
100 grs de chocolate amargo
80 grs de almendras
40 grs de nueces
80 grs de sésamo integral
50 ml de aceite de oliva
5 cucharadas de azúcar mascabo
3 clavos de olor
5 granos de pimienta
1/3 cdta de semillas de anís
½ rama de canela 1 pizca generosa de sal
*** El ají panca reemplaza los chiles mulato, ancho y pasilla que incluye la receta original del mole. En Buenos Aires, el ingrediente más cercano a estos chiles es el ají panca, de origen andino y similar al pasilla, a la venta en el mercado andino del barrio de Liniers. Si lo encuentra en otro sitio deje su comentario para ampliar la información. Gracias!

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Preparación del pollo pochado:
Llevar el agua a ebullición en una olla, la cantidad necesaria como para cubrir las piezas de pollo que desea pochar (2-3 litros). Agregar los tallos de apio, algunas de sus hojas, las zanahorias peladas y cortadas en trozos o verticalmente para que suelten todo su sabor, la pimienta y la sal, y las hojas aromáticas. Hervir durante 8-10 minutos, luego bajar el fuego a mínimo.

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Cuando ya no se vean burbujas en el caldo sino un leve temblor en la superficie, agregar las piezas de pollo, tapar y cocinar a fuego bajo durante 8-10 minutos (siempre por debajo del punto de ebullición para que la carne no se endurezca). Apagar el fuego y dejar que el pollo continúe cocinándose en el caldo, sin quitar la tapa, durante 40 minutos. Colar y reservar el caldo.

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Preparación del mole:
Cortar los cabos de los ajíes, abrirlos y quitarles semillas y venas, cortarlos en trozos y tostarlos en el horno, apenas unos minutos, con un poco de aceite de oliva. Cuidar que no se quemen.

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Volcarlos en un bowl y cubrirlos con agua caliente. Dejarlos en remojo durante 1 hora o hasta que ablanden.

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Tostar en una sartén a fuego moderado los granos de pimienta, la vara de canela, las semillas de anís y los clavos. Triturar en molinillo y reservar.

IMG_8544-BRTostar en la misma sartén las semillas de sésamo, reservar 3-4 cucharadas para decorar y moler el resto en molinillo. Mezclar con las especias.

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Colocar en la sartén un fondo de aceite de oliva y saltear la cebolla y el ajo, ambos picados finos. Agregar una pizca de sal y cocer hasta que luzcan transparentes. Reservar en bowl aparte.

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Continuando con la misma sartén, saltear las pasas de uva. Agregarlas a la cebolla. Saltear también las almendras y las nueces. Añadirlas a la preparación de la cebolla y pasas.

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Triturar en licuadora los ajíes con parte del agua de remojo.

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Verter la preparación en una cacerola de paredes altas, pues salpica bastante.

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Triturar en licuadora la mezcla de almendras, cebollas, pasas y nueces agregando parte del caldo de pollo a que quede (como dice Susie) una pasta preferentemente líquida.

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Agregar esta mezcla a la pasta de ajíes, mezclar. Añadir luego el sésamo triturado con las especias. Revolver y cocinar durante 5 minutos.

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Agregar el chocolate en trozos, el aceite de oliva, el azúcar mascabo y cocinar durante 30-35 minutos más revolviendo con frecuencia, a que espese.

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IMG_8676BRServir sobre el pollo y espolvorear encima las semillas de sésamo tostado.

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Marisa Bergamasco
(Aficionada a la escritura, al buen cocinar y al buen comer y a los buenos y grandes cariños, de profesión agente de viajes, soñadora de vocación, por siempre…)

La pausa caffè

La pausa caffè

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Letras | Cocina

Con esta locución, pausa caffè, se hace referencia en Italia a los intervalos durante el horario de trabajo que, desde el año 2003, constituye un derecho establecido por ley en defensa de la salud de los trabajadores.
Un estudio danés rescata esta pausa mostrando sus beneficios desde el punto de vista de la productividad y de la socialización. El estudio publicado por los investigadores de la Universidad de Copenaghen ilustra el poder terapéutico del coffee break, considerado frecuentemente como una ocasión para perder el tiempo y trabajar menos. Los resultados han demostrado un aumento real de la productividad con no pocas ventajas para las empresas. Las pausas en el trabajo, por su importancia y valor social y por el potencial monetario para las organizaciones, deberían ser tratadas como prácticas comunes que permitan a la comunidad desarrollarse. Se ha comprobado además su efecto benéfico sobre la salud, visto que fisiológicamente una pausa cada 90 minutos o máximo 120, restituye la atención disminuida y por ende la capacidad de rendimiento. Trabajadores menos estresados y más productivos, dispuestos a retomar las tareas con más energía y concentración.

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Sin embargo, la gestión de estas pausas por parte de los empleadores, no es asunto fácil. La ley adolece aún de espacios poco claros y el argumento continúa siendo controversial y de difícil reglamentación. Aquí, como en otras situaciones intrincadas, aquello que debería prevalecer para hallar una salida digna serán el sentido común, la sensatez y la moderación, tanto de parte de los empleadores como de los empleados.

En Florencia, desde hace dos años, la pausa caffè se ha convertido en un festival dedicado a la cultura de esta bebida por sus propiedades estimulantes, los infinitos matices de su sabor y su poder socializador. El Pausa Caffè Festival.

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Por ahora, no hemos evolucionado lo suficiente para comprender el real alcance de una pausa en el trabajo. No lo comprende el empleador que desconfía de ella, no lo comprende el empleado que no la exige y no lo comprende el trabajador autónomo que no la contempla.
Mi dentista lo entendió hace unos pocos meses, obligado por circunstancias desfavorables de salud que lo forzaron a abandonar, sin previo aviso, el ritmo imprudente al que había acostumbrado su trabajo. Es un profesional de colección, y su óptimo prestigio le ha servido para atender un elenco cada vez más numeroso de pacientes, algunos que provienen del mundo del espectáculo, otros del exterior, todos sus aficionados y casi devotos.

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Lo conocí años atrás, y en tanto me convertía yo también en su devota, su hijo crecía, estudiaba odontología e instalaba su propio consultorio. Desde entonces dejo mis quejas en el sillón de Marcelo Jr., tan condescendiente y tolerante, tan respetuoso del dolor ajeno que a veces me avergüenza reclamarle tonteras, pues no más allá de eso he sentido alguna vez. Y a cada rato, por cualquiera de estas tonteras, pide perdón. Usted puede creerlo?

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Marcelo Jr. es deportista, come y vive sano, y aprendió muy pronto el concepto de la pausa. Su padre que, bendita sea, está más recuperado, trabajaba de 9 a 9, sin pausas y sin almuerzo, porque era necesario, decía. Desde que su corazón le enviara esta señal de atención, pasa menos horas en el consultorio, almuerza en su casa y atiende a menos pacientes. Su hijo me dijo durante la última consulta: –todo sigue igual…
Y por qué habría de ser de otra manera? Nos creemos irreemplazables, nos sobrecargamos de deberes, nos asustamos si la aparente estabilidad de nuestra economía peligra, pero no nos detenemos hasta que la salud nos golpea violentamente en la cara con un aviso de los ineludibles. Y cuando eso ocurre, cambiamos nosotros. El resto del mundo al que pertenecemos, como bien dijo Marcelo Jr., seguirá igual.

Quise preparar un bocado delicioso y sano para regalar a los dos Marcelos. Para que lo saboreen en sus pausas y para que ojalá las sigan considerando.

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Pausa de chocolate y dátiles

Ingredientes:
Para la base:
150 grs de cacao amargo
320 grs de azúcar orgánico
200 ml de agua hirviendo (o c/n)
150 ml aceite de oliva extra virgen
6 huevos

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Para la cubierta:
300 grs de dátiles
jugo exprimido de dos naranjas
30 grs de almendras picadas groseramente
ó
30 grs de almendras fileteadas
escamas de chocolate

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Preparación:
Forrar un molde redondo de 23 cm de diámetro con papel manteca y rociar con rocío vegetal. Llevar a heladera hasta el momento de utilizarlo.
Precalentar el horno a 180º.
Mezclar el cacao con el azúcar, agregar el agua hirviendo y revolver hasta que se disuelvan (la cantidad de agua puede variar). Incorporar el aceite de oliva y luego las yemas, una a la vez.

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En otro bowl batir las claras a nieve y unirlas a la preparación del chocolate en tres tandas, con movimientos envolventes.

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Verter en el molde y hornear durante 45-50 minutos.

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Al retirarla del horno, la parte de arriba tenderá a derrumbarse. Está bien que esto ocurra, y así tendremos más espacio para extender nuestra cubierta de dátiles y naranja.

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Dejar enfriar. Colocar la cubierta y terminar con las almendras y las escamas de chocolate.

Para preparar la cubierta dejar en remojo los dátiles por un par de horas en el jugo de naranja, escurrir, descarozar, picar finamente y procesar unos segundos agregando el jugo de naranja del remojo hasta formar una crema densa. Colocar sobre la torta emparejando con una espátula.

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Marisa Bergamasco
(Aficionada a la escritura, al buen cocinar y al buen comer y a los buenos y grandes cariños, de profesión agente de viajes, soñadora de vocación, por siempre…)

El Dulce!

El Dulce!

Letras | Cocina

Si pudiera comerlo sin añadirle alguna que otra humillación a mi cintura, la cantidad deseada sería la de una piscina olímpica como la grandiosa que en San Jorge, mi pueblo natal, me permitió una infancia de natación y juegos. Subiría a zancos su trampolín de cinco metros y desde allá arriba, con los ojos y la impudicia hacia abajo, no haría sino zambullirme en el jugoso placer que ciertas noches, así de textual y por excederme, me quita el sueño.
Mención honorífica o pecado capital para el también milenario, como el aceite de oliva, chocolate.
Amargo o semi amargo, con avellanas o leche, con rhum, con whisky, con café, con ganas!

dsc04953Recuerdo con disgusto mi primera impresión de él en la mamadera que hasta ese tiempo estaba compuesta sólo de leche. Una mañana, la madre mía y de todo lo dulce, decidió que fuera más suculenta o más interesante o todo a la vez, y mezcló la leche con una cucharada de cacao y un poco de azúcar. No puedo precisar el esfuerzo que me costó asimilarlo –consideremos que de niños, los sabores que conocemos, son los introducidos desde afuera–, y tampoco cuánto me tardé en volver a pedirlo por deseo proprio, sin embargo, a partir de ahí, él y yo formamos un matrimonio de los perdurables, sin abandonos ni litigios, un matrimonio perfecto. Como el que lo une al aceite de oliva.

dsc04960La combinación del chocolate, suave y sedoso, con el aceite de oliva, frutado y vivaz, es perfecta, según The Olive Oil Times. Y existe una explicación científica de por qué el chocolate se lleva tan bien con el aceite de oliva. El chocolate está compuesto de elementos sólidos de cacao, manteca de cacao, vainilla y azúcar. La manteca de cacao, siendo muy grasa, invade la lengua al ingerirla y también nuestros sentidos. Para ello dejamos entrar al aceite de oliva en la receta. Con los polifenoles -una clase de antioxidantes- que contiene, disminuirá estas grasas, secará la boca y permitirá al sabor del cacao llegar límpido y liviano, hermoso diría yo: un deleite!

Para el postre, después de introducirlo, elegí chocolate. Conozco quienes no lo comen, y no se sorprenda, el mundo es muy grande, de modo que en otra ocasión, si me lo permite, seguiremos hablando de dulces para aquellos que por algún motivo lo evitan.

Chocolate Chantilly

Ingredientes:
5 cucharadas de aceite de oliva extra virgen (varietal Frantoio o Manzanilla)
200 grs de chocolate 70% picado en trozos
175 ml de agua
flor de sal o sal marina
50 grs de miel orgánica

Preparación:
Disponer el chocolate con el agua en una cacerola sobre fuego bajo o preferentemente a baño María. Revolver hasta que el chocolate se derrita.

Transferir la mezcla a un bowl de acero inoxidable. Incorporar 3 cucharadas del aceite de oliva y la miel y colocarlo sobre otro bowl que contenga cubos de hielo y agua fría. Con un batidor manual, trabajar la mezcla por 5 minutos o hasta que la veamos suave y cremosa.

Inmediatamente formar quenelles con dos cucharas grandes y acomodarlas sobre papel manteca. Mantenerlas refrigeradas.

dsc04998dsc05007Al momento de servir, rociar con el aceite de oliva restante y con una pizca de flor de sal para lograr un perfecto sabor de chocolate a la naranja.

dsc05020Mmmmm!!!

Marisa Bergamasco
(Aficionada a la escritura, al buen cocinar y al buen comer y a los buenos y grandes cariños, de profesión agente de viajes, soñadora de vocación, por siempre…)

La gran luna. La «super luna»

La gran luna. La «super luna»

Letras | Cocina

La he visto ya. Es impenetrable en su hermosura! Con un contorno definido a lápiz, y un halo de luz y una voz que enmudece.
Avergüenza mirarse y mirarla. Es el beso del cielo…
Salí a buscarla entre los hostiles edificios, pero ella ganó, y yo también.

Le comparto una de mi madre, que aún vive, aunque no ya con la gracia y los gestos de niña que me consintieron – o mejor, enviciaron – hasta mi primera juventud. Ella veía, en la mancha grisácea que lleva dentro la luna llena, un carro tirado por caballos, y me explicaba cada vez dónde empezaba y donde terminaba su diseño, con la sonrisa ancha y plena y los dedos señalando el cielo. Yo veía lo mismo, claro, porque me gustaba pensar entonces que pudiese ser cierto.

Tantas veces me dio vuelta este asunto de la luna como para empezar un libro, un cuento, una novela, un ensayo, no sé, algo para decir. Me parece buena idea y de pronto la descarto. En fin, cosas que me vienen en mente, cosas con emoción…

Me adelanto al postre que le traeré en el próximo encuentro, porque esto de la luna me puso en estado de tomar chocolate con leche, como aquel que me preparó mi madre en la mamadera del año… nunca lo diré…

dsc04900No creo que sea necesaria la receta, sin embargo, y aprovechando el aire de confidencia, le dejo mi versión adulta:

dsc049051 cucharadita de cacao amargo (vamos a endulzarlo luego, no precisamos cacao dulce, y además es más natural)

2 cucharaditas de azúcar integral (no queremos las calorías vacías del azúcar blanco, en cambio, preferimos el consumo habitual de azúcares no refinados que contribuye a aumentar la ingesta de compuestos antioxidantes)

1 taza de leche de cabra (por los beneficios de su alta digestibilidad)

Mezclar el cacao amargo con un poquito de agua caliente para facilitar la disolución de posibles grumos. Agregar la leche caliente y endulzar con el azúcar orgánico.

dsc04912Y que le pese al invierno nuestro desafío!!

dsc04918PD: Hay días en que la tierra me provoca ganas de llorar, la tierra con sus trabajos y algunas de sus gentes. Pero cómo se puede vivir -me pregunto mientras voy y corro y tolero lo que viene llegando- en la luna para siempre?

Marisa Bergamasco
(Aficionada a la escritura, al buen cocinar y al buen comer y a los buenos y grandes cariños, de profesión agente de viajes, soñadora de vocación, por siempre…)