Desde el pasado 4 de mayo hasta el domingo 8 tuvo lugar en Buenos Aires la Feria Masticar, que reúne a cocineros y productores en un mismo predio en donde pasar un buen rato fue una propuesta garantizada.
Recorrí su mercado y sus puestos de comida y, como en cada edición de esta feria, me atrae la posibilidad –hermosa para mí– de establecer nuevas relaciones con productores rurales de tierras más alejadas. El noroeste argentino, por ejemplo, constituye un paraíso real para quien ama cocinar con productos francos de nobleza indiscutible, tales la quinoa, la papa andina, los maíces de colores variados, sus ajíes, la algarroba. Allí estaremos la semana que viene, ya le compartiré fotos y algún comentario quizá útil para convencerlo también a usted de sumarse a este destino.
Para aquellos productores anónimos que viven trabajando de sol a sol, para quien cultiva las moras del sur, el mango del norte, las olivas de Mendoza, las hierbas serranas, las uvas del vino, para todos, la feria Masticar, es una ventana directa al probable consumidor, cada día más interesado en conocer el verdadero origen de aquellos productos que llevará a su plato.
El mercado es la mejor fiesta. Caminar entre alcaparras, aceites de oliva extra virgen, frutas y verduras de estación, frutos secos, quesos y dulces distintos según la región en la cual se producen, hierbas y especias, vinos y café, harinas, legumbres, granos.
Si no ha podido asistir, esté muy atento a la próxima edición de Masticar. Para usted van estas fotos y ojalá sean fiel reflejo de lo que vivimos quienes la visitamos.
Marisa Bergamasco
(Aficionada a la escritura, al buen cocinar y al buen comer y a los buenos y grandes cariños, de profesión agente de viajes, soñadora de vocación, por siempre…)