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El arroz con leche es un postre simple, ingenuo, no llega con trompetas ni pide aplausos al retirarse, dulcemente tranquilo; a muchos les recuerda la infancia y hay quienes, fanáticos, se iluminan con cada bocado. A mí me llegó de adulta el acercamiento con este postre, mi mamá no era de las madres que lo preparaban con frecuencia. En casa el postre rey sigue siendo una torta y, si no es lo suficientemente húmeda o no lleva relleno de dulce de leche, entonces torta y algo más, para acompañar, para mojarla: duraznos en almíbar, ensalada de frutas, alguna crema hecha de leche y vainilla, o de leche y chocolate, es decir, como se dará cuenta, el arroz con leche no es una meta que como niños nos hubiera interesado demasiado, éramos más bien de los postres peso muerto, los que reclaman fanfarrias y se van haciendo alarde de haber eliminado enteramente el apetito y la buena digestión del comensal.
Cocinándolo para una persona entusiasta de las que se iluminan al comerlo, probé diferentes versiones de este postre, dignas todas de repetirse la porción, ninguna reprobada. El arroz cocido con leche es tan versátil que de él encontraremos tanto preparaciones saladas como dulces. Los indios lo comen con especias, muchas, como en el sur, Kerala –famosa por su masiva producción de coco– y servido con pasas de uva, castañas de cajú y cebollas fritas. En la gastronomía tailandesa el arroz es el alimento básico y acompaña sea un curry de vegetales, de pollo o camarones como rodajas de mango fresco para convertirse en uno de los postres más clásicos del país.
En Latinoamérica, los conquistadores españoles introdujeron el arroz hacia el año 1500 y, a su vez, España y el resto de Europa y Oriente, lo habían recibido en el 700 D.C. con la dominación árabe. Cada cultura añadió a su tiempo su carácter particular; en España, por nombrar algunas, el arroz con leche al estilo asturiano se espolvorea de azúcar y canela en polvo y se plancha o quema con un hierro. En Perú suele servirse con mazamorra morada, un concentrado de maíz morado cocido con harina de camote (fécula), piña, canela, clavo, membrillo y frutos secos como las guindas y guindones, entre otros ingredientes.
Una opción saludable a este postre que utiliza arroz blanco, leche de vaca y azúcar es la versión que les presento hecha con arroz integral, leche de coco y azúcar orgánico. En su forma integral, el arroz contiene aún las propiedades de las cuales será despojado en el proceso de su refinamiento; la leche de coco como alternativa a la leche animal, nos previene de consumir la lactosa, el azúcar de la leche de los mamíferos que el ser humano no puede digerir; y al escoger un azúcar orgánico, evitamos la exposición a los pesticidas y agroquímicos empleados en los campos convencionales, además de aprovechar las vitaminas y minerales presentes en la planta.
En una próxima entrada veremos cómo realizar la leche de coco casera. Por ahora nos valemos de aquella que conseguimos en el mercado en envase de lata o en botella de vidrio. Como bien advirtió una lectora, esta leche posee conservantes que podrían ser perjudiciales para nuestra salud, a quien agradezco la advertencia y le respondo que su consumo esporádico en un postre nos habilita a tomarnos el tiempo de la preparación de la leche de coco para relajarnos o realizar cualquier actividad pendiente. No obstante, si la tomásemos con regularidad, aconsejo, por supuesto, el uso de la leche de coco casera.
Si usted es como mi madre, amante de postres más sólidos, hallará éste un poco escaso. No lo juzgue todavía. Prepárelo. Los ingredientes se consiguen en todas las dietéticas a un costo justo. No busque pretextos. Saludable, sencillo y conveniente. Para comer y convidar sin culpa.
Arroz integral con leche de coco
Ingredientes: (para 4 porciones)
200 grs. de arroz integral yamaní
600 ml de agua
200 grs. de azúcar orgánico
400 ml de leche de coco ralladura o finas tiras de cáscara de 2 naranjas
coco rallado o en escamas c/n
Encontrará dos clases de arroz yamaní en las dietéticas, uno más refinado que el otro. Elija, para esta ocasión, el más refinado, para que el postre luzca un color más parejo y los comensales no descarten los granos oscuros y sospechosos (aquellos con la cascarita claramente visible) en el fondo del plato o en sus bordes… Para cualquier otra receta, prefiera el más integral.
El agregado de ralladura de cáscara de naranja le confiere un tono ácido al sabor dulce de este postre, que combina a la perfección con la cremosidad de la leche de coco.
Preparación:
Lavar bien el arroz y descartar el agua. Agregar el agua limpia y dejar en remojo durante toda la noche (o el mayor tiempo del que disponga), esto facilitará la cocción del arroz integral que es mucho más firme que el arroz blanco.
Por la mañana llevar a fuego fuerte hasta que hierva y luego bajar a mínimo, cocinar hasta que el arroz esté tierno y el agua se haya casi completamente evaporado. En este link encontrará las instrucciones para cocinar el arroz integral, pues ya las hemos señalado con anterioridad.
Cuando el agua se haya reducido verter la leche de coco y el azúcar orgánico.
Revolver y seguir cocinando hasta que la preparación comience a espesar. Con el agregado de azúcar es posible que la mezcla tienda a pegarse en el fondo, por ello es necesario revolver frecuentemente.
Apagar el fuego y retirar. Extraer con un acanalador tiritas finas de la piel de las naranjas o bien rallarlas. Reservar una pequeña cantidad para decorar. Incorporar al arroz y mezclar. Dejar enfriar y luego llevar a heladera hasta el momento de servir.
Tostar el coco rallado o en escamas en una sartén o al horno a fuego muy bajo durante unos minutos moviéndolo constantemente para que no se queme. Disponerlo en un plato individual para que cada quien se sirva a gusto.
Marisa Bergamasco
(Aficionada a la escritura, al buen cocinar y al buen comer y a los buenos y grandes cariños, de profesión agente de viajes, soñadora de vocación, por siempre…)